Votemos por alguien comprometido de verdad con el respeto a la Ley y el Erario, y en consecuencia no solo con la vida de los ciudadanos sino con la calidad de su existencia en las ciudades. Lo que es muy importante en un país en el que la gran mayoría de sus habitantes ya moran en ellas pero a los que nadie les ha enseñado desde el gobierno a respetar el derecho de los otros, salvo él. Y es significativo que además cuente con el apoyo de los mejores alcaldes que ha tenido Bogotá en las últimas décadas. Es votar por lo que queremos adelante y no mirando atrás a izquierda o derecha: es hacerlo por hechos y esperanzas y no por dogmatismo sectario.
Es votar por un candidato con un amplio equipo conocido y experimentado que permite saber con mayor certeza como será su gobierno, y que brinda mas posibilidades de que se potencien sus aciertos y se minimicen sus errores pasados, y por un vicepresidente que de verdad puede reemplazarlo sin cambiar el rumbo. Es hacerlo por la continuidad de los mejores resultados del gobierno de Uribe -como demostrar que si se puede derrotar militarmente a las FARC y que hay que hacerlo antes de poder lograr diálogos e intercambios humanitarios que no sean de nuevo una burla- pero en contra de sus inaceptables procedimientos ya de sobra denunciados.
Es votar por una nueva clase de político que reconoce sus equivocaciones y aclara los malos entendidos y no que los niega o evade. Que no tiene maquinaria detrás ni compromisos con los grandes empresarios y contratistas. Que no compra votos sino que los genera. Que encaja los golpes bajos pero se niega rotundamente a darlos. Que hace política y no politiquería. Que su partido no por ser nuevo y sin corbatas (de ambas) es menos partido que los tradicionales, sino lo contrario, pues lamentablemente el azul y el rojo del pasado se volvieron un amasijo morado de transfugas y facciones de tanto convivir pecaminosamente en el Frente Nacional.
La manera de elegir gobernadores y alcaldes también cambiaría, lo que es bienvenido pues el problema de Colombia está hoy en día es en sus grandes y medianas ciudades, de las que ahora depende casi totalmente el campo. Ya se logró con comprobado éxito varias veces en Bogotá y Medellín y ahora en Barranquilla, y hace años pasó en Bucaramanga. Es otra razón para votar por un académico pues los actuales politiqueros incultos no entienden lo de polis y política, interesados solo en los puestos y el CVY, mientras nuestras ciudades son una pesadilla de fealdad, violencia, destrucción, corrupción, despilfarro y falso progreso y modernidad.
Por eso la ola verde se inicio en la capital también como un rechazo a su actual alcalde. Y los que apoyan a Mockus en el Valle y Cali manifiestan así su inconformidad con un gobernador cuestionado, un alcalde que no pudo, asesores inhabilitados y congresistas que mandan desde la cárcel. También es probable que con él logremos separar al fin el problema de salud pública de los adictos, de los delitos de los narcotraficantes, que tanto daño nos han hecho con su comportamiento mafioso y sin cuya financiación no existirían ”guerrilleros” ni “paramilitares”, ni la ayuda que tienen de Chávez boicoteando el comercio y amenazando a los colombianos.
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