Aquí, en donde lo
norteamericano a tantos tanto gusta, más valdría mirar a Washington D. C. que a
Miami, una ciudad, aquella, admirable por la ausencia de edificios altos, su
abundancia de verde, sus muchas aguas, su limpieza y seguridad, y la ausencia
de vendedores en sus calles. Y por su tamaño pues solo tiene 672 228 habitantes
aunque en un área metropolitana que llega a 8 026 807, y por su diseño
realizado en su mayor parte por el arquitecto francés Pierre Charles L'Enfant, y que inspiró el
Paris de Haussmann.
Allá no hay edificios altos
(están al otro lado del río en Virginia) ni nada que le haga competencia a los
190 metros del Monumento a Washington, el más alto del mundo hasta la torre
Eiffel. Mientras que en Cali continúan llenándola de “torres” que tapan la
vista a los cerros, los Farallones y la cordillera, junto con la fresca brisa
que desciende de ella. No se ha entendido que la ciudad ya tiene tres rascacielos
como lo son sus tres cerros tutelares, muchísimo más altos que el obelisco de
allá que además no es tal.
El verde de los muy amplios
y llanos andenes de Washington D. C. muy bien arborizados, los arbustos y matas
y flores de sus anchos antejardines en varios sectores, y sus numerosos parques,
es lo que tanta falta le hace a Cali. Y los alrededores del CAM si que se
prestan, con el río, a un proyecto unificador, como lo es el National Mall allá,
en el que predomine lo verde y se le regrese el río Cali a la ciudad, que era
como se lo llamaba antes, “el río de de la ciudad”, cuando pasaba sólo al lado
y no al medio como ahora.
El agua, abunda allá por el
Potomac, el Anacostia, el Rock Creek y sus varios canales, y no muy lejos el
mar, y por sus muchas fuentes y el gran espejo de agua en el National Mall, que recuerda a los del Eje
Monumental de Brasilia, mientras en Cali el río Cauca es como si no existiera,
y sí que hace falta un lago en un gran parque metropolitano en los terrenos de
la Base Aérea como ya se propuso aquí (Embellecer a Cali, 05/09/2002) y una
verdadera autopista a Buenaventura (La carretera al mar, 07/10/2004).
La limpieza de la capital
de Estados Unidos es tan admirable como es de vergonzosa la basura en Cali, incluyendo
postes y cables aéreos y la que trepa por paredes y culatas pintarrajeadas o
abandonadas, las que simplemente no existen allá, mientras que Cali es la
capital mundial de las culatas y del “yo hago con mi fachada de mi casa lo que a mi me de la gana”. Y no se trata apenas de
educación cívica sino igualmente estética, como se puede ver en los numerosos
museos de Washington llenos de colegiales.
Y la ausencia de vendedores
en sus calles debería llevar a que después de mirar al norte se mire al Este, a
los zocos de Marruecos, que están concentrados en sitios centrales, llenando
sus ciudades de animación pero sin interferir con su movilidad ni generar
desorden y basuras en las calles, como también ya se ha propuesto en esta
columna (Los vendedores de la calle (2), 11/04/2002). Animación muy europea que
en Washington D. C. se encuentra en Georgetown, todo un sitio para vivir allá
al lado del río.
Pero todo lo ejemplar de
todo lo anterior solo se podría realizar en Cali mediante un Plan Director a
largo plazo, justamente como el que hizo realidad a Washington D. C. a partir
de su fundación en 1790, en donde El Distrito de Columbia y la ciudad de
Washington son gobernados por un solo gobierno municipal desde 1871, como aquí
lo debería ser Cali y su área metropolitana, pero de las que ni siquiera se
sabe con certeza cuantos habitantes tiene cada una ni hasta donde llega su
interland.
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