A buena hora la Universidad de San Buenaventura - Cali convocó a un foro sobre los aspectos técnicos de las 21 “mega obras”, a los que no se les ha dado la importancia que tienen, pues del correcto diseño de las mismas depende que la mayoría de ellas sean un acierto o no, funcional pero también estéticamente. Es preocupante que personas educadas y con cargos de responsabilidad las defiendan sin conocer como serían, y que solo se haya informado a la opinión pública con imágenes publicitarias que mal pueden corresponder a los diseños pues no existen o no están completos, o por que su divulgación esta prohibida en los contratos respectivos. Lo que nos han mostrado los medios no pasa de ser espejitos para ignorantes que confunden lo pertinente con lo (aparentemente) novedoso, el progreso con el (supuesto) cambio, y la modernidad (no la posmodernidad) con la moda, la que casi siempre es la penúltima, como cuando comenzamos hace 40 años a hacer viaductos en pleno centro de Cali cuando en Madrid los sustituían por pasos subterráneos y que por supuesto París nunca tuvo.
Fueron muchos los problemas legales de contratación y técnicos del cobro de la valorización, como la carencia de un proceso de planificación y ausencia de estudios de impacto ambiental y afectación de los servicios públicos, que señalaron los abogados, economistas, ingenieros y urbanistas, tanto profesores de la USB-Cali como representantes de las asociaciones gremiales de los arquitectos e ingenieros de la región, que participaron con ponencias. Pese a que casi todas las propuestas son para la circulación de carros particulares no obedecen a un plan de movilización urbana ni existe una idea explicita y culta de ciudad. Salta a la vista la improvisación y la falta experticia en el tema, lo que quedó evidenciado por la pobreza de la presentación de los funcionarios de la Administración con la que se inicio el foro, la que lamentablemente no permitió, por la falta de información mencionada, la discusión del diseño de esas obras que ni siquiera son mega obras, y de nuevo el carácter arquitectónico de los espacios urbanos públicos de la ciudad brillo por su ausencia.
Definitivamente esta ciudad es como de ciegos. Lo visual simplemente no se ve pese a lo mucho que incide en la calidad de vida en las ciudades, en las que el papel de la naturaleza en este sentido ineludiblemente se ha reemplazado en gran parte por un paisaje construido. Como se ha dicho varias veces en esta columna, lo bello en las ciudades no es un lujo si no una necesidad. En Cali no solo destruimos las bonitas calles de su casco viejo y sus primeros ensanches para ampliarlas, sino que en las nuevas vías no se hicieron andenes, ni por consiguiente pudieron ser arborizados como en tantas ciudades que admiramos. Y en lugar de hacerlo a los lados en las vías de dos calzadas pusimos los árboles en sus separadores rompiendo su espacialidad justo por la mitad, por lo que no son verdaderas avenidas. Pero no escarmentamos; protestamos mucho y con toda la razón por las irregularidades e ilegalidades del cobro por valorización de las 21 mega obras, pero no por no saber que es lo que vamos a pagar y que podría desvalorizar nuestras propiedades si esta mal diseñado.
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