El Alcalde insiste temerariamente en que paguemos con los ojos cerrados las 21 “mega obras”, que ni siquiera lo son, y sin considerar que muchos ya deben sus prediales y no tendrán con que, corriendo el riesgo de quebrar a Cali. En lo único en que estaríamos todos de acuerdo es en la reparación de sus destrozadas calles pero aprovechando para regularizarlas, lo que haría el transito mas fluido, y poder hacer andenes continuos, anchos, llanos y arborizados, de los que hoy carecemos vergonzosamente, o que la gente usa, ocupa e incluso construye, como le da la gana. Cada vez hay mas conciencia de su importancia, y expertos internacionales han confirmado recientemente lo sostenido en esta columna hace años: Cali necesita andenes con urgencia; eso sí sería modernidad y progreso y no mas puentes.
Como todo lo urbano, lo de los andenes entre nosotros también tiene su historia. Hacia finales del siglo XIX los propietarios comenzaron a hacer aceras enfrente de sus casas para protegerlas de los coches que comenzaban a circular por nuestras ciudades, pero los peatones seguían caminando por el medio de las calles como todavía hoy en cualquier pueblo. Por eso heredamos los estrechos andenes del centro de Cali y sus barrios tradicionales, y el que no nos haya importado nada su extrema precariedad. Y por lo mismo no tenemos ningún reparo en alterarlos como nos convenga y de acuerdo con nuestro particular (mal) gusto. Creemos que son nuestros y no de la ciudad, lo cual desde luego no es cierto legalmente y causa graves problemas urbano arquitectónicos y de buen uso del espacio urbano público.
Los andenes arborizados regularmente no solo dan sombra, disminuyen el ruido y no permiten que los carros los ocupen, si no que mejoran mucho la apariencia de una ciudad. Sobre todo una como Cali, de calles con paramentos irregulares y alturas diversas, pues los árboles crean una primera “fachada” que unifica todo. Pero no hay que sobre diseñarlos, como pasó con los del MIO, y por lo contrario es mejor que sean lo mas sencillos posible. Lo importante son los sardineles, que no deben ser altos en las aceras muy estrechas pues entonces los vados para los garajes les quitan demasiado espacio o hay que alterar su nivel. Deben ser de hormigón armado de alta resistencia, y el anden mismo puede ser de simple asfalto, como se ven muchos en Nueva York, Londres o Paris, o de “losetas “ o adoquines de cemento.
El Concejo de Cali pasaría a la historia si acuerda que el Municipio es el único que puede planificar, diseñar, construir, mantener, reparar o modificar los andenes, como lo hace con las calzadas, cobrándolo por valorización, pues son propiedad pública. Caminar en Cali, se decía aquí (El País, 07/09/1998), “no es fácil, ni seguro, ni agradable […] Solo trampas: huecos, escalones, rampas, pisos lisos, tapas mal puestas, postes y tensores. Los andenes son estrechos. Si no están semidestruidos, o simplemente no existen, están llenos de escombros y basuras o invadidos por carros que se montan en ellos o se estacionan del todo. O por vendedores, mecánicos, cerrajeros y similares que los usan como su lugar de trabajo, obligando a los peatones a circular por las calzadas con peligro para ellos y los automóviles”.
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