El anteproyecto (aun no hay un proyecto final) del “hundimiento” de la Avenida Colombia no incluye el Parque de los Poetas, ni el “atrio” de La Ermita, ni el andén entre ella y la larga rampa de salida de los cuatro carriles del túnel. Es insólito que no se hayan dado cuenta del daño que van a causar al aumentar el aislamiento entre la iglesia y el río y la avenida misma. Como lo ha señalado el arquitecto Juan Marchant, contradice radicalmente la publicitada intención de crear un espacio público amable para los peatones, y que integraría el río y los edificios del sector. Además La Ermita es el remate visual de esta importante avenida de la ciudad en ese extremo, la que hace años ya había perdido el pequeño pero entrañable obelisco que con su “vuelta del beso” constituía el otro.
A este tradicional hito de Cali, pese a su anacrónico gótico, se le ha alterado su entorno varias veces en su corta existencia. Hace unos años, con la demolición de la casa vecina de dos pisos y del hotel Alférez Real (que hoy podría ser el mas elegante de la ciudad), que era parte fundamental del paramento urbano paralelo al Río Cali, quedó a la vista la parte trasera de la nave, por lo que fue necesario dotarla del ábside que no tenia y., justo al lado, un molesto edificio de cinco pisos cuyo volumen prácticamente tiene asfixiada a la pequeña iglesia, como nos hace ver Marchant. Y Para rematar, los buses articulados del MIO, que penetran a la fuerza al Centro por la calle l3 (donde evidentemente no caben y por eso para pasarlos querían hacer una trinchera, que no un túnel), convirtieron su pequeño atrio en una zona ruidosa e inhóspita.
La propuesta de Siriri de girar la iglesia (técnicamente posible pero muy costosa), sería la cuarta versión del templo. La primera, dedicada a Nuestra Señora de la Soledad y al Señor del Río, fue construida posiblemente en 1590, en la esquina norte de la actual cr. 2ª con cl. 13. Amenazada por las frecuentes "avenidas" del río, se levantó en 1678 su reemplazo en el lugar que ocupa la actual, pero fue destruida por el terremoto de 1925. Y la que ahora vemos, diseñada y construida a finales de la década de 1930 por el Ingeniero Pablo Emilio Páez, comisionado por Alfredo Vásquez Cobo, Gerente del Ferrocarril del Pacífico, pronto fue rodeada por edificios, lo que no es propio de una “capilla o santuario, generalmente pequeño, situado por lo común en despoblado y que no suele tener culto permanente” como dice el DRAE.
Es evidente que un paso de apenas dos carriles, como el propuesto en el Plan del Centro Global, permitiría que su rampa de salida se apartara suficiente de la iglesia permitiendo, junto con el rediseño del parque y su empate con el Puente Ortiz, mejorar la relación entre La Ermita y el Río Cali y la Avenida Colombia, asunto que con toda la razón le preocupa a Marchant. Pero lamentablemente lo que va a pasar, y que no es nada extraño en una ciudad patas arriba como Cali, es que lo que va a quedar hundido es La Ermita y no la Avenida Colombia, como insisten en llamar equivocadamente el paso subterráneo por debajo de la misma, igual que llamaron plazoletas a lo que sería en realidad un malecón, que es un “paseo que corre paralelo a la orilla del mar o de un río”.
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