En estos días muchos han tenido obligatoriamente que reducir sus ciudades a sus casas, descubriendo, unos más que otros, dependiendo de qué tanto tienen de una o la otra, que la casa es una pequeña ciudad y que esta es una casa grande, como ya lo señaló el gran arquitecto León Battista Alberti (Génova 1404-1472 Roma), y que al mismo tiempo también es “El zoo humano”, 1969, como lo sentenció en su libro el zoólogo y etólogo Desmond Morris (Purtun, Reino Unido, 1928- ). El hecho es que casa y ciudad son dos escalas muy diferentes pero de una misma vida: humana, cultural, intelectual, social y económica, mientras que el verdadero campo ya es otra cosa, y algo de él habría que llevar a las casas.
De ahí que el futuro urbano, en que tendrá que vivir mucho más de la mitad de los habitantes del planeta, esté en las ciudades dentro de la ciudad, como espontáneamente se han dado en muchas artes, y que en Colombia incluso fue una política urbana del Departamento Nacional de Planeación ya en 1974. Se trata de uno o más sectores urbanos, conformados por varios barrios, que se consolidan alrededor de varias centralidades que hay que estimular, y desde luego con periferias que las separan de otras ciudades dentro de la ciudad. Por ejemplo en Cali alrededor del, CAM, incluyendo el barrio Centenario, el Centro histórico de la ciudad, lo que queda, y a San Antonio y San Nicolás. Y lo de El Calvario bien podría ser otra.
Centralidades que lo más deseable es que sean prioritariamente peatonales y para ir en bicicleta, lo que de ninguna manera debe implicar la total desaparición en ellos de los automóviles mas sí su necesaria disminución. Se trata es de reducir las distancias para que sean caminables para casi todos, y de recuperar a lo largo de andenes amplios, arborizados, cómodos y suficientes, la animación propia de las calles de las ciudades de verdad. Es decir, vincular más la casa con la ciudad y viceversa; que trabajar en la casa no sea como vivir en la oficina, lo que sí es posible en una casa con estudio, o en un taller o en un almacén, tienda o cafetería, o que estos estén muy cercanos a las viviendas para poder sólo caminar entre ellos.
Impulsar centralidades peatonales alrededor de centros comerciales existentes, o localizar los nuevos únicamente en centros peatonales en proceso de consolidación, a lo que mucho ayudaría. Albrook mall, en Ciudad de Panamá, por ejemplo, es el solo casi una ciudad dentro de la ciudad, pues además de estar al lado de una terminal de transporte y de un aeropuerto local, en él hay, o, mejor, se imitan, casi todas las actividades propias de una ciudad en un área totalmente peatonal, bastaría con vincularlo más a las áreas realmente urbanas más cercanas. En Cali bastaría unir peatonalmente el Centro Comercial Centenario con Colsanitas, y con los cercanos edificios con locales abajo y el Instituto Departamental de Bellas Artes.
Finalmente, una muy importante alternativa a las ciudades demasiado grandes y extensas es la consolidación de pequeñas ciudades por fuera de la ciudad como pueblos cercanos o nuevos desarrollos con ese propósito y no solo de viviendas en serie e idénticas, unidos a la ciudad por trenes o trolebuses de cercanías. Existen en muchas partes, como Hinojales cerca de Sevilla, pero no vale la pena mencionarlos, lo que es una de sus virtudes, pues sólo los conocen sus dichosos moradores y sus ocasionales visitantes que se van siempre con ganas de volver. Y podría ser el caso de Villa de Leyva respecto a Bogotá si estuvieran unidas por un tren rápido; o de Jamundí con Cali si no se permite que termine su idiota conurbación.
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