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El corazón del mundo. 07.10.2020

       Muchos se preguntarán ¿para dónde vamos? y para entenderlo es preciso saber de dónde venimos; interpretar el pasado como lo hace Peter Frankopan en su libro de 2015, cuyo subtítulo es ‘Una nueva historia universal’, concluyendo cómo después de miles de años de lucha por el poder, y las guerras que esto ha ocasionado, los retos de las próximas décadas son el cambio climático, el veloz aumento de la población, la escasez de recursos, el resurgimiento de las ideologías y los cambios de poder de Occidente a Oriente (p. 592), asuntos que afectarán a las ciudades de alguna manera, y por supuesto ahora hay que agregar la crisis sanitaria, económica y de la vida cotidiana de 2020.

      La realidad del cambio climático se manifestará en la reducción del uso de combustibles de origen fósil, generadores de gases de efecto invernadero que lo causan, usados por los motores de combustión interna, principalmente por los automóviles particulares con mínimos pasajeros, o para producir buena parte de la energía eléctrica para la climatización activa (aire acondicionado y calefacción) de los edificios, la que se deberá cambiar en los climas calientes y templados del trópico por la ventilación cruzada del aire y, de otro lado, la consideración de la huella ecológica de los materiales usados en su construcción, y optar por su remodelación y no su innecesaria demolición.

    El veloz aumento de los habitantes del planeta, de 7700 millones en 2020 a los 8500 millones que se estiman para 2030, incrementará todos los problemas que ya está causando su sobrepoblación. Y de otro lado la escasez de recursos, principalmente de agua dulce, hará cada vez más necesario el aprovechamiento del agua de las lluvias y la reutilización de las ya servidas separando las contaminadas de las jabonosas. Y por supuesto hay que reparar, remodelar o reutilizar todo lo que se pueda y no eliminarlo, y reciclar las basuras y desperdicios, rechazar el consumismo, y detener ya la continua e irremplazable y torpe pérdida de la biodiversidad animal y vegetal.

     La crisis sanitaria, económica y de la vida cotidiana de 2020, por su parte, deja en claro la necesidad de que las ciudades más grandes crezcan menos, y fomentar en ellas las ciudades dentro de la ciudad con supermanzanas alrededor de centralidades peatonales, y que las ciudades más pequeñas crezcan un poco más, para así poder tener regiones de ciudades intermedias, de mejor calidad de vida, eficientemente interconectadas entre ellas, y no enormes ciudades región que concentran todo el territorio y multiplican los problemas de seguridad, movilidad, comportamiento en el espacio urbano público, convivencia en los vecindarios, demanda de servicios, y aire limpio.

    Finalmente, el resurgimiento de las ideologías y los cambios de poder de Occidente a Oriente desde luego afectará a muchas ciudades. Por eso es el momento de darle a Iberoamérica la importancia política que debería tener, considerando lo que significa económica, social y culturalmente que estos países estén juntos en un mismo continente, y que el español, impuesto por los conquistadores del Nuevo Mundo, sea cinco siglos después la lengua de la mayoría de sus descendientes mestizos, y el portugués del resto, y la segunda más hablada en el mundo después del mandarín, que apenas hace poco más de medio siglo es la lengua oficial de la República Popular China.

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