Hace dos décadas se mencionó por primera vez en esta columna lo del calentamiento global, la cuarta, titulada “El voto urbano”, 15/06/1998 (título no ajeno al tema sino lo contrario) y una de las últimas fue Cómo evitar un desastre climático, 25/02/2021, sobre el libro de Bill Gates. Cada vez se escribe más al respecto y el Martes 10/08/ 2021 los medios destacaron la noticia de que el punto de no retorno se alcanzaría en el 2040 según el nuevo informe del Panel Intergubernamental de Expertos en el Cambio Climático (IPCC) es decir que veinte años antes de lo previsto la temperatura del planeta podrá superar en 1,5ª C los niveles preindustriales, lo que produciría desastres “sin precedentes”.
En un país como Colombia privilegiado por su clima, su biodiversidad y sus fuentes de agua dulce queda una pregunta que hacer y es la siguiente: ¿hay en esta contradictoria sociedad un ambiente positivo e inteligente de frente al cambio climático y las medidas que pronto
tomarán Estados Unidos, la Unión Europea y China? El hecho es que las economías más grandes se verán abocadas a colaborar, lo que será el tema la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático el próximo Noviembre en Glasgow, la más importante desde la de París de 2015 cuyos compromisos finales el gobierno de Donald Trump ignoró irresponsablemente pero que Joe Biden retomó a buena hora.
Como advierte Bill Gates en su libro de 2021, para frenar el calentamiento y prevenir los peores efectos del cambio climático, debemos dejar de emitir gases de efecto invernadero a la atmósfera, lo que incide en cómo nos conectamos, cómo fabricamos cosas, cómo cultivamos y criamos ganado, cómo nos desplazamos, cómo nos calentamos
y enfriamos; y con respecto a las ciudades propone aumentar la densidad para reducir los trayectos, restringir el acceso de vehículos de combustibles fósiles, electrificar las flotas de vehículos, asumir políticas de edificación verde, establecer requisitos mínimos de eficiencia para los edificios públicos, plantar árboles y no cortarlos.
Con respecto a Colombia hay que repetir que aquí casi toda la energía es producida por hidroeléctricas, las que se podrían multiplicar muchas veces pero pequeñas para no causar problemas ambientales ni paisajísticos; que sus latitudes cercanas a la línea ecuatorial garantizan casi 12 horas de luz natural y la ventilación cruzada en sus climas tropicales calientes y templados; que sus fuentes de agua dulce “sólo” están amenazadas; que aquí se puede producir gran variedad de comida por lo que no es indispensable importarla; y que la sobrepoblación apenas afecta a sus cuatro ciudades más pobladas (un tercio de la población del país) y principalmente por la rapidez con que lo han sido.
Recuerda Bill Gates que la implementación de un nuevo sistema energético requiere acciones políticas concentradas, local y nacionalmente, y por eso implicarse en el proceso político es el paso más importante que pueden dar las personas de todas las condiciones sociales para evitar un desastre climático. “Al margen de los recursos con los que cada uno pueda contar, siempre podemos utilizar nuestra voz y nuestro voto para conseguir cambios.” (p. 278). Votar por compromisos frente al cambio climático, como se concluye al leer “El ocaso de la democracia. La seducción del autoritarismo”, 2021, de Anne Applebaum, y oír a Greta Thunberg preguntar: “cómo planean “resolver” eso.”
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