Recuerda David Attenborough en ‘Una vida en nuestro planeta’, 2021, que en 1937 éramos 2300 millones, el carbono atmosférico era de 280 partes por millón y el 66% de las tierras eran salvajes, que en 2020 ya sumábamos 7800 millones, 415 partes por millón de carbonos y solo quedaba un 35% de tierras salvajes, y que para 2050 el 68% vivirá en ciudades; y por eso insistir en que sean más peatonales y para ciclistas, con transporte público eficiente; edificios sostenibles que sustituyan el área ocupada con terrazas y azoteas con huertos caseros o cubiertas que generen energía, que reutilicen el agua de la lluvia y las servidas, y cercanos a ambientes más verdes y agradables (pp.239-243).
Justamente como las ciudades dentro de la ciudad con centralidades peatonales, pues se trata no solo de repartir el exceso de población en más ciudades, y no continuar concentrándolo en las más grandes, sino de que estas sean divididas en varias ciudades más pequeñas pero juntas, conformando un área metropolitana más grande. Por lo demás, como señala Attenborough: “Conseguir que la gente deje atrás las situaciones de pobreza y empoderar a las mujeres es la forma más rápida de poner fin a este crecimiento acelerado de la población mundial.” (p. 231); y esto por supuesto es más fácil y rápido en las ciudades intermedias, las de mejor calidad de vida en Colombia y en otras partes.Como convincentemente lo señala Attenborough, si se frena la acelerada pérdida de biodiversidad, el cambio climático, la deforestación de los bosques y selvas húmedas tropicales, la explotación de recursos no renovables o contaminantes, la polución de desechos en especial en los mares, y se reduce el consumismo y se acelera la disminución del crecimiento poblacional, iniciada en 1962 (p. 227), sería posible evitar la catástrofe que se viene encima. “De hecho, el Antropoceno podría acabar siendo un periodo insólitamente breve de la historia geológica, ya que existe la posibilidad de que termine con la desaparición irreversible de la civilización humana” (p. 250).
Infortunadamente, como señala Attenborough coincidiendo con Thomas Piketty en ‘¡Viva el socialismo!’, 2021, las instituciones sociales, económicas y políticas han apuntado en todas partes a un crecimiento alcista determinado en función del producto interior bruto, (p. 149) e informa que: “Las estimaciones de un estudio reciente [2021] sostienen que el 16% de la población humana -la más rica- es responsable de cerca del 50% del impacto que está teniendo el género humano en el mundo vivo. El estilo de vida al que nos hemos acostumbrado las sociedades ricas de la Tierra es totalmente insostenible”. Y recomienda que el ideal de la especie debería ser: “La sostenibilidad en todo” (p. 144).
El caso, señala, es que la naturaleza dista mucho de ser ilimitada y que el mundo salvaje es finito y necesita protección (p. 45); que el Homo sapiens apareció hace unos doscientos mil años y hemos cambiado muy poco desde entonces, lo que si ha cambiado “de manera espectacular” es nuestra cultura lo que remite a la información que un individuo puede transmitir a otro mediante la enseñanza o la imitación, “lo que se nos da muy bien” (pp. 24 y 25) y de ahí la pertinencia de divulgar el libro de Attenborough y su conclusión: “¡ Hemos de devolver al mundo su condición salvaje!”; y pensar entonces en la decisiva importancia de las ciudades y su arquitectura para poder lograrlo, y seguir.
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