Como atinadamente escribe Juan Gabriel Vásquez (03/03/2022 – 04:13 COT 8): “Colombia lleva ya varios meses embarcada en la campaña presidencial más frívola, más boba y desprovista de ideas que [nos] haya tocado ver en [nuestra] vida de ciudadanos. La campaña de casi todos los precandidatos parece diseñada con una sola premisa en mente […] parece haber asumido que el votante es idiota. Y así nos va […] bailes en Tik Tok […] disfrazados con el uniforme de la selección de fútbol [etc, etc.]. En medio de este panorama lamentable, cuento con los dedos de una mano los aspirantes que se han negado a comunicarse con los votantes por medio del ridículo organizado [y] uno de ellos es Sergio Fajardo.” Y lo que queda en evidencia no es que los votantes sean idiotas mas si muy desinformados la mayoría, especialmente entre los jóvenes más que en las jóvenes.
Por otra parte, como muy claramente advierte Óscar López Pulecio (El País 05/03/2022): “Muy complicado para el elector corriente ejercer su derecho al voto el próximo 13 de marzo, que debería ser tarea fácil. Como se trata de elecciones parlamentarias, está obligado a distinguir los logos de los partidos y el número del candidato en los tarjetones de Senado y Cámara, a no ser que la lista sea cerrada, caso en el cual basta marcar el logo […] En las elecciones parlamentarias de 2018, que fueron por el estilo, se anularon 1.155.608 votos, el 6,4% del total de la votación, con la cual se hubieran podido haber elegido 10 senadores, una enormidad.” Además en esas enredadas elecciones del próximo domingo 13 puede ser peor, amenazando una democracia ya de por sí bastante débil por su tamaño, complicado de manejar, y su carácter presidencialista y no parlamentario.
La democracia, ahora muy amenazada en todas partes del mundo y muy peligrosamente por lo de Ucrania, surge, recuerda Herman Bengtson en Historia de Grecia, 1965, en las Polis griegas en forma de una organización social que atribuye el poder a la ciudadanía mediante mecanismos de participación directa o indirecta que confieren legitimidad a sus representantes elegidos. Es el gobierno “de la multitud” para Platón, y el “de los más” para Aristóteles, ya que si bien las mujeres y los esclavos no podían hablar directamente en el Ágora (la plaza donde se solían congregar los ciudadanos) sí que lo hacían diariamente entre todos en sus casas o afuera de ellas en el mercado, pues conocían a sus vecinos más cercanos y tenían noticias frescas de los demás, incluyendo, gracias a las rutas del comercio, las de las otras polis, incluso las mucho más lejanas del Oriente.
Circo y enredos que mucho refuerzan el reiterado “para qué votar si todo sigue igual” de esa mayoría que permite que las minorías, en las que a muchos de sus votantes les han dado instrucciones precisas sobre cómo hacerlo, sean las que finalmente elijan; por eso de nuevo un llamado a que no se abstengan y consulten cómo hacerlo o, en el peor de los casos que voten en blanco lo que sí es muy fácil. Ante todo hay que evitar que el populismo, la polarización y la posverdad, las tres Ps que, como señala Moisés Naím en La revancha de los poderosos, 2022, son las herramientas con que “se obtiene, se usa, se abusa y se pierde el poder en el siglo XXI”, oportuno libro y todo un complemento de su primera novela, Dos espías en Caracas, 2018, en la que el escenario de su historia de amor y, parcialmente, del amor, son los largos años bajo el mandato de coronel Hugo Chávez.
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