Este libro, de 1965, de Herman Bengtson (Ratzeburgo, 1909 - Múnich, 1989, historiador de la antigüedad, profesor universitario y rector de la Universidad de Wurzburgo) deja claro que en la Polis griega del Siglo VII a. E.C. está el futuro de las ciudades, en las que a inicios del XXI habita más de la mitad de la población del Mundo; y el de David Hernández de la Fuente, El hilo de oro, 2021, es su complemento. Se trata de lo básico de esas ciudades-estado independientes de la antigua Grecia, surgidas de un proceso de agregación de núcleos urbanos, junto con su entorno rural (la región), formando grupos de población fuertemente vinculados por el sinecismo (juntar casas o habitar juntos).
La Polis incluye un establecimiento urbano amurallado, generalmente al pie de una acrópolis (ciudadela elevada) junto con las tierras propiedad de los ciudadanos particulares, los campos de cultivo y pastoreo, los eriales y los bosques, y los puertos que la comunicaban con el exterior. Cada polis controlaba su territorio, en el que se consideraba autosuficiente (autarquía económica), considerando como ideal supremo la soberanía (autarquía política), lo que no impedía la formación de distintos tipos de alianzas (ligas) entre polis. Su densidad poblacional era muy baja ya que no era mayor de unos diez mil habitantes sobre una superficie de entre mil y tres mil kilómetros cuadrados.
La democracia surge en las Polis griegas en forma de una organización social que atribuye la titularidad del poder al conjunto de la ciudadanía mediante mecanismos de participación directa o indirecta que confieren legitimidad a sus representantes elegidos. Es el gobierno “de la multitud” para Platón, y el “de los más” para Aristóteles, ya que si bien las mujeres y los esclavos no podían hablar directamente en el Ágora (la plaza donde se solían congregar los ciudadanos) sí que lo hacían entre todos pues conocían a sus vecinos más cercanos y tenían noticias frescas de los demás, incluyendo, gracias a las rutas del comercio, las de las otras polis, especialmente las de la liga respectiva.
Las ciudades actuales, muchísimo más pobladas y densas, podrían estar conformadas por varias ciudades dentro de la ciudad, a manera de polis griegas, conformando un área metropolitana con otras ciudades fuera de la ciudad, a manera de los puertos de las polis, separadas por cinturones verdes, a manera de las murallas de las polis, integrando una ciudad región, a manera de las ligas griegas. Pequeñas ciudades, dentro o fuera de la gran ciudad, conformadas por supermanzanas alrededor de centralidades peatonales, a manera de las ágoras griegas, en las que los ciudadanos puedan encontrarse para trabajar, comerciar, estudiar y divertirse, compartiendo su vida doméstica, social y política.
Pero para poder alcanzar un mejor futuro para las ciudades a partir de las razones básicas de su inicio, es necesario poder contar con políticos que sepan que la palabra política tiene el mismo origen de polis, que Politeia es la teoría de la polis, que politiké techne es el arte de vivir en sociedad, y que ética es lo correcto frente a lo incorrecto de la conducta humana, y que si bien la cultura ha evolucionado el ser humano sigue siendo el mismo. Pero sobre todo es ineludible que los ciudadanos sepan votar por candidatos idóneos, es decir cultos, viajados e informados, y que lo hagan siempre impidiendo que sea una minoría la que escoge a los suyos por simple clientelismo o pura ignorancia.
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