En las próximas elecciones seguramente de nuevo van a votar más de la mitad de los ciudadanos habilitados para hacerlo, y una parte de estos, esta vez probablemente mayor, lo hará en blanco; y si muchos de los que usualmente se abstienen de votar lo hicieran en blanco, su suma ya se acercaría a la del candidato que gane, dejando en claro que no fue elegido por una mayoría. Entonces, debería ser evidente por qué en lugar de abstenerse procede votar en blanco, pero lamentablemente aún esto no es suficientemente claro para muchos, y por otro lado en las encuestas no siempre se incluye el voto en blanco junto a las demás opciones, como lo son los candidatos con nombre y apellido.
Además, según la Constitución Nacional, si el voto en blanco fuera de más de la mitad de los votos, se tendrían que realizar nuevas elecciones con nuevos candidatos, sentando un importante precedente, y ya ha ocurrido desde 2015 en varios pequeños municipios del país. Y si bien es cierto que es costoso repetir elecciones, como algunos aducen en contra del voto en blanco, es mucho más costoso dejar de lado la corrupción e improvisación de los “menos malos”, y que afectan a todos los ciudadanos, incluyendo a los que venden su voto, generando un círculo vicioso descendente que menoscaba cada vez más la democracia en Colombia, y que el voto en blanco ayudaría a romper.Años antes, abstenerse de votar podía ser una forma de oponerse a todos los candidatos en lugar de votar por el menos malo, pero desde el 2009, cuando se agregó el Parágrafo 1º al Artículo 258 de la Constitución Nacional, ya el voto en blanco permite votar en contra de todos, y la posible conformación de una oposición contabilizada que podría ser organizada por nuevos líderes políticos. Desde luego encontrar nuevos y mejores candidatos no es nada fácil, aunque siempre los hay toca identificarlos, pero por lo menos se eliminan y castigan los peores politiqueros, los que no podrán recuperar su “inversión” que es a lo que juegan y lo que explica la cursi cantidad de
precandidatos.
Por otro lado, la suma nacional de los votos en blanco constituye una sólida oposición para los tres años que restan del actual gobierno nacional, que ayudaría a que se impidan sus repetidas equivocaciones e improvisaciones. Pero aún muchos ciudadanos creen que hay que votar por el candidato de su preferencia aunque no convenzan sus cualidades o oculten su pasado corrupto, y que votar en blanco es botar el voto y mejor abstenerse. Si bien el no participar en algo a que se tiene derecho, como en una democracia el derecho a votar, cuestiona la posibilidad del voto obligatorio, queda el deber ético de votar, de cara a la situación de una ciudad, un departamento y el país todo.
Considerando que una parte de los que se abstienen de votar lo hacen simplemente por su desconocimiento de todo el proceso electoral, y que otra parte se abstiene por su hastío respecto a la situación política del país, que los lleva a pensar que para que votar si todo sigue igual, es de suma importancia difundir la actual pertinencia del voto en blanco en lugar de abstenerse de votar. Se trata de hacer algo conforme a la razón, el derecho y la conveniencia; y por supuesto el deber de votar es un acto de cordura con uno mismo, si se considera que los mismos con las mismas, elegidos repetidamente por una minoría comprada, afectarán negativamente a todos los habitantes del país.
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