Como ya se sabe, viajar permite apreciar mejor el lugar en donde se vive; por ejemplo, después de recorrer por tierra regiones de Europa y admirar sus bellos paisajes, lleva a valorizar la gran variedad de los de aquí y lo cercanos que se encuentran. Dos costas muy distintas y desierto en la Guajira; luego tres cordilleras diferentes con sus nevados y a su largo ríos y valles, infinitos llanos orientales y la selva amazónica, única en el mundo, y en todos ellos está presente la abundancia y diversidad de su vegetación y la de bellas aves; y se agradecen los climas tropicales del país, especialmente los medios, los que, sin estaciones, no varían tanto a lo largo del año.
Y algunas pequeñas ciudades sorprenden como Mompox, Villa de Leyva, Barichara, Salento o Sandoná; y cómo no recordar la imponencia del Castillo de San Felipe en Cartagena de Indias, la ciudad y la muralla que la rodea, o el insólito emplazamiento del Santuario de Nuestra Señora del Rosario de Las Lajas. Y están las ejemplares Torres del Parque en Bogotá, que su arquitecto supo vincularlas al Parque de la Independencia y destacar la vieja Plaza de Toros de Santamaría; y cerca están El Museo Nacional, La biblioteca Nacional, el Museo de Arte Moderno, el Planetario Distrital, el tradicional Hotel Tequendama, el Centro Internacional, restaurantes y comercio.
Las Torres del Parque son la primera síntesis de Rogelio Salmona “de lo ya creado” y en ellas se “ve” lo que él vio en 1953en su viaje por el sur de España y norte de África: ladrillo a la vista en la Giralda en Sevilla; atarjeas y estanques en La Alhambra; y terrazas, azoteas y altos alminares de planta cuadrada en el Magreb. Arquitectura "mudéjar" de origen hispanomusulmán que llega en la segunda mitad del siglo XVIII a la Nueva Granada, llamada “La Mudéjar” por Diego Angulo; y la Torre Mudéjar de Cali es única en Hispanoamérica, como dice Ramón Gutiérrez, y para Santiago Sebastián la "más importante del mudejarismo […] neogranadino" y la “más hermosa de América”.
Hay que insistir en que la Plaza de Cayzedo y alrededores es el lugar más animado, divertido y auténtico de la ciudad; caminando por allí se recuerda el mercado tradicional (suq) de Marrakech, junto a una de las plazas más grandes y concurridas del mundo, la Djemaa el Fna; y por supuesto salta a la vista que la plaza ya no es un verdadero parque, pero una segunda mirada sin prejuicios permite sus aleccionadoras semejanzas, las que le permitirían a nuestra plaza ser bella y única. Y lo mismo sucede cuando pasando por San Antonio y San Cayetano se logra concentrarse en sus casas blancas, las que en el trópico son únicas y no apenas bellas.
En otras palabras, viajar afuera permite viajar adentro, y concretar una utopía: una Cali segura, funcional, agradable, bella y emocionante; un ideal que parece de muy difícil realización, pero cuya representación imaginativa favorece los viajes a aquellos lugares en donde se encuentran las raíces del lugar en donde se vive, y al regreso formular de nuevo aquella utopía. Pero cuando se regresa a los lugares en los que se ha estado, esa utopía permite vivirlos como si se fuera de allí, y al visitar nuevos en cada viaje, convertirse en ciudadanos del mundo, y apreciar y gozar con lo de cada lugar, principiando con aquel en donde se vive.
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