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Las calles de Cali. 02.06.2005


Sus carriles son de diversos anchos en el mismo recorrido y no coinciden de una cuadra a la siguiente, y cuando la calzada se bifurca el de la mitad se abre en dos en lugar de continuar, diferenciados, por cada una de las nuevas calzadas, y lo mismo pasa cuando se agregan o eliminan carriles, creando así peligrosas “puntas”. Con alarmante frecuencia los peatones se tiene que bajar a la calzada pues en casi ninguna calle son transitables, por pequeños, irregulares o estar invadidos por los carros. Las calzadas cambian en de sección, incluso en la misma cuadra, en lugar de ser continuas. Su estado es deplorable y ya hay casi tantos “policías acostados” como huecos, mientras se construyen costosísimos cruces viales a dos niveles que no van ni vienen de ninguna parte y que eventualmente serán demolidos para que pase el MIO, como ya va a suceder con el de la Licorera.
Los semáforos no están coordinados, muchos están dañados, la mayoría no tiene luces para los peatones, poquísimos tienen tiempos para ellos y no los hay suficientes. Aquí nadie sabe o le importa la diferencia entre “cebras” y pasos peatonales, se señalan indiferentemente de una u otra manera y casi todos están medio borrados. No hay “pasos pompeyanos”. Numerosos peatones cruzan por la mitad de la vía y todos prefieren hacerlo por detrás de los carros y corriendo, pues aquí “carro mata peatón”. La mayoría no utiliza los puentes peatonales pues carecen de accesos adecuados, y los discapacitados, ancianos y mujeres embarazadas simplemente no los pueden usar pues no tienen ascensor. La señalización vial es confusa, oculta, contradictoria, insuficiente, reiterativa o inexistente pero casi nunca es la apropiada.
             Sin embargo en Cali a casi nadie le importan estos temas. Los Alcaldes, Secretarios de Transito o Concejales no se dan cuenta del enorme potencial político que representa el ocuparse del mejor estado y conveniente uso de las calles, y si se preocupan es apenas por el CVY que pueda haber allí. Por eso acometen tantas obras innecesarias, mal diseñadas y peor construidas, a las que no se les da mantenimiento. Ignoran que es en las calles de las ciudades que se vuelven ciudadanos sus habitantes. Los periódicos y noticieros no se ocupan lo suficiente de estos asuntos y no los relacionan con los accidentes de transito, pese a que matan tanto como la guerra, ni con la calidad de vida de la ciudad. Y los lideres cívicos y voceros de la opinión pública repiten, como si fueran tambien ciegos, que el MIO lo solucionara todo.
Tambien es posible que los caleños crean que las ciudades son así; muchos no conocen una de verdad y rechazan lo urbano identificándolo con el cemento, según dicen siempre que pueden. Como el General Maza, no entienden porque las ciudades no se hacen en el campo que es tan bello. La abandonan cada vez que se presenta la ocasión, y la verdad es que Cali es muy poco lo que ofrece en cuanto a actividades culturales y espacio urbano público se refiere. Desde luego no faltaran los que piensen que al que no le guste que se vaya, lo que sería al menos un principio de reacción a nuestro lamentable estado de cosas. Los que sencillamente crean que es una exageración están cordialmente invitados a que caminemos por Cali, especialmente en el Centro, y a que manejemos por todas sus calles, pero en su carro por supuesto.


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