Sus carriles son de diversos anchos en
el mismo recorrido y no coinciden de una cuadra a la siguiente, y cuando la
calzada se bifurca el de la mitad se abre en dos en lugar de continuar,
diferenciados, por cada una de las nuevas calzadas, y lo mismo pasa cuando se
agregan o eliminan carriles, creando así peligrosas “puntas”. Con alarmante
frecuencia los peatones se tiene que bajar a la calzada pues en casi ninguna
calle son transitables, por pequeños, irregulares o estar invadidos por los
carros. Las calzadas cambian en de sección, incluso en la misma cuadra, en
lugar de ser continuas. Su estado es deplorable y ya hay casi tantos “policías
acostados” como huecos, mientras se construyen costosísimos cruces viales a dos
niveles que no van ni vienen de ninguna parte y que eventualmente serán
demolidos para que pase el MIO, como ya va a suceder con el de la Licorera.
Los semáforos no
están coordinados, muchos están dañados, la mayoría no tiene luces para los
peatones, poquísimos tienen tiempos para ellos y no los hay suficientes. Aquí
nadie sabe o le importa la diferencia entre “cebras” y pasos peatonales, se
señalan indiferentemente de una u otra manera y casi todos están medio
borrados. No hay “pasos pompeyanos”. Numerosos peatones cruzan por la mitad de
la vía y todos prefieren hacerlo por detrás de los carros y corriendo, pues
aquí “carro mata peatón”. La mayoría no utiliza los puentes peatonales pues
carecen de accesos adecuados, y los discapacitados, ancianos y mujeres
embarazadas simplemente no los pueden usar pues no tienen ascensor. La
señalización vial es confusa, oculta, contradictoria, insuficiente, reiterativa
o inexistente pero casi nunca es la apropiada.
Sin embargo en Cali a casi nadie
le importan estos temas. Los Alcaldes, Secretarios de Transito o Concejales no
se dan cuenta del enorme potencial político que representa el ocuparse del
mejor estado y conveniente uso de las calles, y si se preocupan es apenas por
el CVY que pueda haber allí. Por eso acometen tantas obras innecesarias, mal
diseñadas y peor construidas, a las que no se les da mantenimiento. Ignoran que
es en las calles de las ciudades que se vuelven ciudadanos sus habitantes. Los
periódicos y noticieros no se ocupan lo suficiente de estos asuntos y no los
relacionan con los accidentes de transito, pese a que matan tanto como la
guerra, ni con la calidad de vida de la ciudad. Y los lideres cívicos y voceros
de la opinión pública repiten, como si fueran tambien ciegos, que el MIO lo
solucionara todo.
Tambien es posible
que los caleños crean que las ciudades son así; muchos no conocen una de verdad
y rechazan lo urbano identificándolo con el cemento, según dicen siempre que
pueden. Como el General Maza, no entienden porque las ciudades no se hacen en
el campo que es tan bello. La abandonan cada vez que se presenta la ocasión, y
la verdad es que Cali es muy poco lo que ofrece en cuanto a actividades
culturales y espacio urbano público se refiere. Desde luego no faltaran los que
piensen que al que no le guste que se vaya, lo que sería al menos un principio
de reacción a nuestro lamentable estado de cosas. Los que sencillamente crean
que es una exageración están cordialmente invitados a que caminemos por Cali,
especialmente en el Centro, y a que manejemos por todas sus calles, pero en su
carro por supuesto.
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