Si la mitad del área urbanizada de la
ciudad, sin contar los suburbios, tuviera el doble de altura, la gran mayoría
de sus habitantes cabría en ella. Las alamedas como la de Quinta se habrían
salvado, al menos la mitad del Mio no sería necesaria y la gente podría
simplemente caminar para muchas de sus necesidades como siempre lo ha hecho en
las ciudades. Eso fue lo que se pretendió hace 20 años con la Empresa de
Renovación Urbana, creada con el propósito de una radical renovación del sector
de El hoyo y El piloto, justo a lado del centro tradicional de la ciudad y con
buena parte de su infraestructura ya construida. Pero fracasó, como muchas
otras cosas en el país, por la falta de voluntad política, la no reelección de
los alcaldes, la especulación y la oposición del sector inmobiliario.
Uno de los mayores
errores del Mio (el otro es haber sepultado el tren ligero) es que no es el
complemento de la planificación física de la ciudad, sino la solución parcial
de su transporte colectivo. El Pot (el plan para su ordenamiento territorial)
va por un lado y el Situ (su sistema integrado de transporte urbano) por otro.
Pero no es siquiera un sistema sino una colcha de retazos sin cocer. No tienen
nada que ver entre si los transportadores privados, que hacen lo que se les da
la gana, los carros que todo lo invaden, los andenes, que en Cali son
vergonzosos, y el trasporte colectivo. Para peor de males el Mio se ha
organizado mas como un negocio (los contribuyentes ponen el dinero para su
infraestructura –incluyendo la tala de los samanes- y una banca privada de
inversión hace el negocio de los buses) que como parte de un servicio de
transporte urbano complementario del Pot.
Es inconcebible
(aparentemente), que mientras hay manzanas con muchas construcciones o lotes
desocupados en la esquina sur oriental del centro ampliado de la ciudad (Calle
25 y Carrera 15), y la densidad habitacional de El Hoyo y El Piloto sea aun mas
baja 20 años después, igual que en San Nicolás y San Bosco, haya que hacer una costosa
troncal hasta Aguablanca, sector que nunca se ha debido urbanizar y que
terminamos pagando todos. Y es imperdonable que el Mio se hubiera comenzado por
la Carrera Primera, donde nadie lo necesita, simplemente por que era mas fácil
y rápido (aunque esto está por verse). Es decir, ante la falta de planeación -o
su imposibilidad en este Estado tan débil-, se saca de la manga el Mio para
“solucionar” los problemas de transporte que la dispersión de la ciudad genera.
De San Fernando a
Versalles y de Santa Teresita al Barrio Obrero, con excepción de San Antonio,
se debería reglamentar una altura entre cinco y siete pisos, es decir tres
veces su promedio actual, mas segura y económica que los 12 -ocasionales- que
unos pocos nos quieren imponer para su beneficio. Sería como en muchas ciudades
europeas, que tanto nos maravillan. En ellas se puede ir caminado por amplios
andenes arborizados, que hacen muy bellas sus calles, al café, la panadería y
demás. De hecho aquí, por ejemplo, se puede caminar del Conservatorio al
antiguo Hipódromo en media hora, aun sin semáforos y con la pésima condición de
sus andenes actuales. ¿Será que no hacemos cuentas? O no conviene y por eso nos
dicen que “torres” y carros son progreso y que es posible transplantar
alamedas. Ni tontos que fuéramos ¿o será que sí somos?
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