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¿Mio - alamedas = Cali?. 30.06.2005


Si la mitad del área urbanizada de la ciudad, sin contar los suburbios, tuviera el doble de altura, la gran mayoría de sus habitantes cabría en ella. Las alamedas como la de Quinta se habrían salvado, al menos la mitad del Mio no sería necesaria y la gente podría simplemente caminar para muchas de sus necesidades como siempre lo ha hecho en las ciudades. Eso fue lo que se pretendió hace 20 años con la Empresa de Renovación Urbana, creada con el propósito de una radical renovación del sector de El hoyo y El piloto, justo a lado del centro tradicional de la ciudad y con buena parte de su infraestructura ya construida. Pero fracasó, como muchas otras cosas en el país, por la falta de voluntad política, la no reelección de los alcaldes, la especulación y la oposición del sector inmobiliario.
Uno de los mayores errores del Mio (el otro es haber sepultado el tren ligero) es que no es el complemento de la planificación física de la ciudad, sino la solución parcial de su transporte colectivo. El Pot (el plan para su ordenamiento territorial) va por un lado y el Situ (su sistema integrado de transporte urbano) por otro. Pero no es siquiera un sistema sino una colcha de retazos sin cocer. No tienen nada que ver entre si los transportadores privados, que hacen lo que se les da la gana, los carros que todo lo invaden, los andenes, que en Cali son vergonzosos, y el trasporte colectivo. Para peor de males el Mio se ha organizado mas como un negocio (los contribuyentes ponen el dinero para su infraestructura –incluyendo la tala de los samanes- y una banca privada de inversión hace el negocio de los buses) que como parte de un servicio de transporte urbano complementario del Pot.
Es inconcebible (aparentemente), que mientras hay manzanas con muchas construcciones o lotes desocupados en la esquina sur oriental del centro ampliado de la ciudad (Calle 25 y Carrera 15), y la densidad habitacional de El Hoyo y El Piloto sea aun mas baja 20 años después, igual que en San Nicolás y San Bosco, haya que hacer una costosa troncal hasta Aguablanca, sector que nunca se ha debido urbanizar y que terminamos pagando todos. Y es imperdonable que el Mio se hubiera comenzado por la Carrera Primera, donde nadie lo necesita, simplemente por que era mas fácil y rápido (aunque esto está por verse). Es decir, ante la falta de planeación -o su imposibilidad en este Estado tan débil-, se saca de la manga el Mio para “solucionar” los problemas de transporte que la dispersión de la ciudad genera.
De San Fernando a Versalles y de Santa Teresita al Barrio Obrero, con excepción de San Antonio, se debería reglamentar una altura entre cinco y siete pisos, es decir tres veces su promedio actual, mas segura y económica que los 12 -ocasionales- que unos pocos nos quieren imponer para su beneficio. Sería como en muchas ciudades europeas, que tanto nos maravillan. En ellas se puede ir caminado por amplios andenes arborizados, que hacen muy bellas sus calles, al café, la panadería y demás. De hecho aquí, por ejemplo, se puede caminar del Conservatorio al antiguo Hipódromo en media hora, aun sin semáforos y con la pésima condición de sus andenes actuales. ¿Será que no hacemos cuentas? O no conviene y por eso nos dicen que “torres” y carros son progreso y que es posible transplantar alamedas. Ni tontos que fuéramos ¿o será que sí somos?

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