Le Parti de Gauche frances previene
que para ser activos en las acciones de desobediencia civil y no violenta, los
elegidos por su proyecto ecosocialista deben comprometerse con la coherencia de
sus discursos con sus actos. Tomando medidas como la prohibición de la
publicidad engañosa, el regreso a la gestión pública del agua, o la
penalización del mal uso de los servicios públicos <www.lepartidegauche.fr>.
Temas de los que en Colombia ningún
político se ocupa ni ningún candidato actual a la Presidencia dice algo, y como
vemos todos los días no existe coherencia alguna entre sus discursos y sus
actos. Ni por supuesto entre sus promesas y estos y por eso bienvenido que
Peñalosa haya prometido no prometer nada (Cali al aire, 09/05/2014).
Dichos objetivos, propone Le Parti de
Gauche, deben ser refundados por la vía de una asamblea constituyente que debe
renovar profundamente las formas institucionales e instalar los medios
democráticos que harán posibles la implicación ciudadana permanente y la
soberanía popular en todos los dominios, puesto que la tarea revolucionaria es
inmensa. Aquí la constituyente de
1991 fue presionada por el narcotráfico y ahora las FARC proponen otra. Por lo
contrario Le Parti de Gauche induce el reconocimiento de la Declaración
universal de los derechos del hombre y la creación de un tribunal internacional
de crímenes contra el medioambiente, que en Colombia ni siquiera se los
considera tales.
De otro lado, el proyecto
ecosocialista implica el reconocimiento de la responsabilidad de la
Organización mundial del Comercio, del Fondo Monetario Internacional y del
Banco Mundial de cara a los países subdesarrollados. Y denuncia la competencia
organizada en lugar de la cooperación, los efectos del productivismo sobre el
clima, el saqueo de los recursos naturales, lel acaparamiento de tierras
cultivables, y la austeridad impuesta.
Esto le exige a las mayorías
parlamentarias ecosocialistas que conjuguen su acción con los movimientos
populares en todos los dominios de la vida social. Esta reapropiación de la
iniciativa política y ciudadana por cada uno, con el objetivo de determinar en
todos lados y en todos los temas cuál es el interés general, es a lo que Le Parti de Gauche llama revolución
ciudadana.
Es una revolución, dice Le Parti de Gauche, pues se propone
cambiar las formas de la propiedad, el sistema institucional y la jerarquía de las
normas jurídicas, sociales y medioambientales que organizan la sociedad y la
economía. Asuntos urgentes en Colombia por supuesto, especialmente el de la
justicia.
Y es ciudadana pues quiere dar el
poder a cada uno, no para usarlo en el interés de una categoría social en
particular sino por el bien de todos, y porque se da formas institucionales y
se somete al sufragio universal. Ni vanguardia iluminada, ni dictadura verde,
ni repliego étnico, defiende la vía democrática de la revolución ciudadana.
El peor daño de la crisis actual de la
civilización, concluye Le Parti
de Gauche, la nueva izquierda francesa, sería que la humanidad
sea incapaz de abrirse el camino de un futuro diferente. La Gran Revolución
Francesa de 1789 nos abrió aquí el camino a la independencia de España; ¿será
que ahora, tan recientemente urbanizados, nos ayudaran a ver el camino a
resolver la amenazas del futuro?
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