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Muros. 08.09.2011

La propuesta para conservar el muro de sillares de piedra encontrado en la Avenida Colombia, al menos del siglo XIX,  considerada apropiada por los miembros del Concejo Departamental de Patrimonio Cultural, fue finalmente desechada por el Ministerio de Cultura y el Instituto Colombiano de Antropología e Historia, ICANH. Tampoco se ha reconsiderado dejar un transito lento de carros y taxis por la superficie que permitiera entrar y salir del Centro por ese costado, ni se ha visto el error de pasar por allí el MIO, que se supone es un sistema de Bus Rapid Transit, que será interrumpido por el permanente y masivo tránsito peatonal de las calles  8ª, 11, y 12,  lo que es muy inconveniente como se puede comprobar con el Transmilenio en la Avenida Jiménez de Bogotá, en donde ni siquiera hay cruces de flujo similar.
           La idea era conservar el muro dentro del box culvert, corriéndolo hacia el río para dar paso a la vía subterránea. Su cubierta en ese costado se soportaría en una fila de columnas, protegidas, junto con los contrafuertes del muro, por bolardos o un sardinel. Solo sería necesario cortarlo cuidadosamente para poderlo mover por partes, hacer un nuevo cimiento y agregar un complemento para alcanzar la altura necesaria contra el río, retomando su original papel de contención de las crecientes o, si fuera necesario, hacer la cortina lateral del túnel, adosada al muro. Sería una serie de bahías a lo largo del paso subterráneo que estarían cubiertas con vidrio para impedir la entrada de la lluvia y proporcionarían iluminación al muro y a ese tramo del túnel,  facilitando también su ventilación.
            El resultado hubiera sido sin duda impactante y esa parte de nuestro patrimonio inmueble quedaría a la vista de todos los que circularían por ahí, tanto por abajo como por encima, de día o de noche: todo un espectáculo. Y prácticamente su costo sería solamente el de la corrida del muro, las pequeñas cortinas laterales de la “C” y la cubierta de vidrio. También habría dado mas tiempo para ver en las próxima temporada de lluvias que tan amenazante puede ser la subida del nivel freático para un túnel estanco. Pero al parecer la propuesta fue considerada de inmediato técnicamente muy complicada por Conalvías, contratistas que por supuesto no quieren “complicar” su negocio, y solo se conservarán tres muñones izados a la superficie tapando torpemente la vista en un “mirador” que se va a hacer allí.
            Nos recuerda Edgar Vásquez (Historia del desarrollo urbano en Cali, 1982), que la vieja ermita estaba amenazada por las “avenidas” del río, y que el visitador González de Mendoza ordenó en 1741 desviarlo con un muro que se levantó diez años después, y es muy probable que sea el de cantos rodados encontrado a continuación del muro de sillares. Este es único en el interior del país por su longitud, el tamaño y cantidad de sus mampuestos de piedra labrada y escuadrada, la regularidad de su aparejo, la calidad de su pega de argamasa y su buen estado. Hay que terminar su estudio antes de que se demuela casi todo, y también el de los cimientos al lado de la Ermita y del pequeño cementerio encontrado a la altura de la Cl. 8ª, en donde estuvo el hospital. Los caleños tienen derecho a conocer la historia de su ciudad.

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