El largo articulo dedicado a unas
supuestas réplicas en Cali de obras emblemáticas del mundo (El País,
14/05/2018) no deja de ser interesante pues desde que esta ciudad fue designada
como nueva capital del recién creado Departamento del Valle del Cauca en 1910,
es decir hace poco mas de un siglo, no se ha hecho otra cosa que buscar
“cambiarle la cara” como si la tuviera fea. Y las lamentables “réplicas” no
dejan de ser simplemente ridículas, pues ni siquiera mueven a risa, y no mero
kitsch, ya que no satisfacen ninguna nostalgia del ayer histórico, del que decía Hermann
Broch que nada lo puede hacer con tanta facilidad como el kitsch (Poesía e Investigación, sf) y tampoco
son la pertinente repetición de lo que aquí se ha dicho (o hecho) que es como
el DLE define “replicar” en su cuarta acepción, ni son una “réplica” es decir una copia exacta de algo, especialmente de una obra artística.
Una definición clásica del término es la de que “Lo kitsch es una
imitación estilística de formas de un pasado histórico prestigioso o de formas
y productos característicos de la alta cultura moderna, ya socialmente
aceptados y estéticamente consumidos” (Wikipedia). Pero, entonces, que vendría a ser el estrambótico
pequeño edificio que existe en el costado occidental de la Calle Quinta al
frente del Colegio de Santa Librada, y al que, como es usual en Cali, ya le
agregaron otro piso. Porque lo que si es claro es que el nuevo, costoso e
incomodo terminal del aeropuerto si es la torpe réplica de los igualmente incómodos terminales de moda de los aeropuertos en otras partes, lo mismo que
las tonterías que están poniendo en la Carrera Octava olvidando la bella
alameda de samanes ( lo son de cualquier variedad) que tuvo y que habría que
recobrar.
Replicando (instar o argüir contra la respuesta o argumento, según la
primera acepción de replicar) lo
dicho en el articulo de marras, lo que hay que buscar es hacer obras que reflejen la idiosincrasia propia
y una cultura auténtica, como afirma el ingeniero Miguel Charry, Presidente de
la Asociación de Ingenieros del Valle. Pero lamentablemente dichas “réplicas”
no son expresión de la sabiduría humana si no de su estupidez. La misma que
esta acabando con lo mejor del valle del río Cauca: sus agradables climas,
bellísimos paisajes y vegetación, y en Cali con sus construcciones de tradición
colonial, como en San Antonio, pues ya se acabo con casi todas las de el
Centro, donde afortunadamente cada vez son más sus vecinos que ven que sus
partes mas bellas son las que conservan sus techumbres y blancos encalados,
como probablemente sus patios.
Pero, como en
muchas ciudades, sobre todo en Iberoamérica, en Cali interesa mas lo que pasa
en ella que el artefacto urbano mismo, pese a que su pasado construido está aún
presente y puede ser ejemplo para el futuro, ya que es un palimpsesto en el que
se lee su historia y sus aciertos, lo que es de gran ayuda en un mundo que en
muy poco tiempo paso de lo natural a lo artificial. Las formas de sus nuevos
edificios solo deberán evolucionar para nuevas funciones, pero utilizando
nuevas técnicas pues, por lo contrario, estas sí progresan y ahora lo hacen muy
rápido. Pero, como toda innovación tecnológica, sirven para mejor o para peor;
por ejemplo, para construir “réplicas” tontas en lugar de replicar lo mejor de
nuestra tradición urbano arquitectónica, la que de cara al cambio climático es
mucho lo que puede aportar, y lo mismo para lo sostenible y contextual.
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