Mientras que no se pueda salir más a las calles, plazas y parques cuando se quiera y no apenas cuando se necesite, es el momento de apreciar a fondo el poder estar en casa, placer que los que no las tienen, o que son precarias, tienen que buscar siempre afuera. Apreciar sus patios, jardines, balcones, terrazas, estaderos, estudios y los buenos baños pensados para el placer y no apenas el aseo.
Patios, ojalá con agua que permita reflejos ya que, como dice Jorge Luis Borges, son “el declive por el cual se derrama el cielo en la casa” permitiendo salir a la naturaleza estando dentro de la casa; a ellos vienen los pájaros a buscar comida y en ellos se pueden tener pequeños animales que se pueden contemplar y no apenas ver, o grandes leones de piedra como en la Alhambra.
Jardines, con sus hojas de variados verdes y sus flores de diversos colores son el adorno de las casas, y en los conjuntos de apartamentos pueden ser su patio común e incluir un huerto casero y un vergel. «Jardín yo soy que la belleza adorna /sabrás mi ser si mi hermosura miras”, recuerda en la sala de las Dos Hermanas en la Alhambra la epigrafía de un poema de Ibn Zamrak (Granada, 1333-1394).
Solares, ahora sin animales si no una piscina, la que en los conjuntos está en la zona común, que recuerda el baño en los ríos de ladera heredado de los aborígenes en el trópico iberoamericano caliente y medio, un clima en el que el agua y el cuerpo se atraen aun cuando sea solo para mirarla, casi todos los días del año. “Humo de solar y caña, que es nube prieta después”, dice Nicolás Guillén.
Balcones, sobre las fachadas de los edificios para mirar abajo a la calle y ver la ciudad a lo lejos, pero si son lo suficientemente amplios en ellos se puede estar, comer, beber, fumar habanos y mejor en una hamaca, o trabajar y estudiar. “Si muero, dejad el balcón abierto”, pide Federico García Lorca, y con mayor razón si estamos vivos más cuidando de que los ‘vivos’ no se entren.
Terrazas, son como patios en las alturas e incluso en los pisos más bajos pueden ser verdaderos patios enbalconados a la calle, mientras que sobre el último piso ya pueden ser azoteas y no meras cubiertas planas. Terrazas privadas en las que igual que en las públicas “se cura del bochorno sorbiendo granizados de brisa, en las terrazas del reparto”, como escribió Alfonso Reyes.
Estaderos, son necesarios además de salas ya que estas son para las visitas, por lo que en las viviendas medianas y sobre todo en las pequeñas sala y estadero deben ser lo mismo; el sitio para las veladas con los amigos y de reunión eventual de la familia, cuyos distintos miembros prefieren los corredores de las casas y los balcones de los apartamentos cuando quieren estar solos.
Estudios, pues así como las viviendas permiten separarse de la ciudad, los estudios facilitan aislarse del resto de la vivienda, ya sea casa o apartamento, para poder oír música, ver cine, leer, estudiar o trabajar, pero igual para poder estar solos pero compartiendo la casa con los demás, y por eso deben tener puerta y baño, pudiendo servir ocasionalmente de cuarto de huéspedes.
Baños ‘edénicos’, el principal, siguiendo el ejemplo moro no el castellano, dando a un jardín o con uno pequeño propio, una amplia tina y espacio para una banca; inodoro (con ducha de mano) y ducha, en cubículos separados y con lavamanos cada uno, y además un tocador; y aún mejor si son dos medios baños con inodoro, ducha y lavamanos cada uno, compartiendo la tina; todo un poema.
Patios, ojalá con agua que permita reflejos ya que, como dice Jorge Luis Borges, son “el declive por el cual se derrama el cielo en la casa” permitiendo salir a la naturaleza estando dentro de la casa; a ellos vienen los pájaros a buscar comida y en ellos se pueden tener pequeños animales que se pueden contemplar y no apenas ver, o grandes leones de piedra como en la Alhambra.
Jardines, con sus hojas de variados verdes y sus flores de diversos colores son el adorno de las casas, y en los conjuntos de apartamentos pueden ser su patio común e incluir un huerto casero y un vergel. «Jardín yo soy que la belleza adorna /sabrás mi ser si mi hermosura miras”, recuerda en la sala de las Dos Hermanas en la Alhambra la epigrafía de un poema de Ibn Zamrak (Granada, 1333-1394).
Solares, ahora sin animales si no una piscina, la que en los conjuntos está en la zona común, que recuerda el baño en los ríos de ladera heredado de los aborígenes en el trópico iberoamericano caliente y medio, un clima en el que el agua y el cuerpo se atraen aun cuando sea solo para mirarla, casi todos los días del año. “Humo de solar y caña, que es nube prieta después”, dice Nicolás Guillén.
Balcones, sobre las fachadas de los edificios para mirar abajo a la calle y ver la ciudad a lo lejos, pero si son lo suficientemente amplios en ellos se puede estar, comer, beber, fumar habanos y mejor en una hamaca, o trabajar y estudiar. “Si muero, dejad el balcón abierto”, pide Federico García Lorca, y con mayor razón si estamos vivos más cuidando de que los ‘vivos’ no se entren.
Terrazas, son como patios en las alturas e incluso en los pisos más bajos pueden ser verdaderos patios enbalconados a la calle, mientras que sobre el último piso ya pueden ser azoteas y no meras cubiertas planas. Terrazas privadas en las que igual que en las públicas “se cura del bochorno sorbiendo granizados de brisa, en las terrazas del reparto”, como escribió Alfonso Reyes.
Estaderos, son necesarios además de salas ya que estas son para las visitas, por lo que en las viviendas medianas y sobre todo en las pequeñas sala y estadero deben ser lo mismo; el sitio para las veladas con los amigos y de reunión eventual de la familia, cuyos distintos miembros prefieren los corredores de las casas y los balcones de los apartamentos cuando quieren estar solos.
Estudios, pues así como las viviendas permiten separarse de la ciudad, los estudios facilitan aislarse del resto de la vivienda, ya sea casa o apartamento, para poder oír música, ver cine, leer, estudiar o trabajar, pero igual para poder estar solos pero compartiendo la casa con los demás, y por eso deben tener puerta y baño, pudiendo servir ocasionalmente de cuarto de huéspedes.
Baños ‘edénicos’, el principal, siguiendo el ejemplo moro no el castellano, dando a un jardín o con uno pequeño propio, una amplia tina y espacio para una banca; inodoro (con ducha de mano) y ducha, en cubículos separados y con lavamanos cada uno, y además un tocador; y aún mejor si son dos medios baños con inodoro, ducha y lavamanos cada uno, compartiendo la tina; todo un poema.
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