Dividir los países muy grandes y unir los muy pequeños, y redefinir sus fronteras según su geografía e historia; y que estén en cada continente bajo una organización única, cuyos representantes formarían una ONU con el único ejército permitido. Países que a su vez estarían divididos en regiones y estas en pocos departamentos de pocos municipios, en los que no habría corrupción y la justicia sería justa y a tiempo; y serían democracias parlamentarias de pocos partidos y elecciones escalonadas y por orden de preferencia, las que habrían generalizado la opción de votar en blanco en lugar de abstenerse, y en consecuencia no habría populismo ni posverdades en las campañas electorales.
No habría monopolios de ningún tipo ni explotaciones mineras, industriales ni agropecuarias que atenten contra la naturaleza y su biodiversidad, y los paisajes, y la energía empleada sería solar, eólica o hidroeléctrica a pequeña escala. No habría propagandas engañosas ni puramente comerciales en los productos que lleven al consumismo; ni trabajos rutinarios mecánicos, pero los artesanales serían más valorados y las jornadas más cortas. El impuesto a la renta y el predial serían progresivos, junto con el de las herencias, y todos los ciudadanos los pagarían pues ya no habría pobreza extrema; y existiría una única moneda universal de referencia e intercambio.
No habría discriminación social, económica, racial, de genero o procedencia, y no habría polarizaciones que lleven al terrorismo; solo parejas adultas tendrían hijos; el aborto, la eutanasia y las drogas serían decisiones de cada uno; la educación cívica, el respeto a los otros y el correcto comportamiento en los espacios urbanos públicos y semipúblicos serían generalizados. Todos tendrían acceso a los servicios públicos de energía, agua, alcantarillado y reciclaje de desechos (no habría basuras) y comunicaciones; y a una salud eficiente y educación de calidad, públicas o privadas, y a una vivienda propia o en alquiler, o arrendada por el Estado facilitando los cambios de domicilio.
Habría áreas metropolitanas sin delincuencia ni vandalismo, conformadas por ciudades dentro y fuera de la ciudad, con subcentros y barrios de supermanzanas de andenes seguros para niños y adultos mayores, y parques con árboles y brisas frescas y limpias, sin edificaciones abandonadas ni obras sin acabar, ni escombros ni vallas aéreas, ni pintadas en los muros, ni basuras; y el transporte público sería rápido, multimodal e integrado. Su arquitectura sería regenerativa, segura, funcional, remodelable y regionalista, y todo lo construido sería patrimonio y no apenas el de valor histórico o cultural debidamente conservado para su disfrute por viajeros cultos, y no habría turismo invasivo.
En todos los países la circulación sería por la derecha, y en los aeropuertos, estaciones, puertos, terminales de buses y hoteles, la información y símbolos usados serian iguales, el tipo de corriente igual y el internet de libre acceso, formando parte de una cultura global que respete en cada región sus usos, tradiciones, costumbres, vestidos, comidas, bebidas, espectáculos y lenguas locales, y los disfrute; más una educación básica mixta y bilingüe (el esperanto y la propia) para formar ciudadanos del mundo, que incluya geografía, historia, sociología, biología, economía, filosofía, matemática, artes, biofilia, deportes y educación cívica; y ciencias y no más postmentiras.
No habría discriminación social, económica, racial, de genero o procedencia, y no habría polarizaciones que lleven al terrorismo; solo parejas adultas tendrían hijos; el aborto, la eutanasia y las drogas serían decisiones de cada uno; la educación cívica, el respeto a los otros y el correcto comportamiento en los espacios urbanos públicos y semipúblicos serían generalizados. Todos tendrían acceso a los servicios públicos de energía, agua, alcantarillado y reciclaje de desechos (no habría basuras) y comunicaciones; y a una salud eficiente y educación de calidad, públicas o privadas, y a una vivienda propia o en alquiler, o arrendada por el Estado facilitando los cambios de domicilio.
Habría áreas metropolitanas sin delincuencia ni vandalismo, conformadas por ciudades dentro y fuera de la ciudad, con subcentros y barrios de supermanzanas de andenes seguros para niños y adultos mayores, y parques con árboles y brisas frescas y limpias, sin edificaciones abandonadas ni obras sin acabar, ni escombros ni vallas aéreas, ni pintadas en los muros, ni basuras; y el transporte público sería rápido, multimodal e integrado. Su arquitectura sería regenerativa, segura, funcional, remodelable y regionalista, y todo lo construido sería patrimonio y no apenas el de valor histórico o cultural debidamente conservado para su disfrute por viajeros cultos, y no habría turismo invasivo.
En todos los países la circulación sería por la derecha, y en los aeropuertos, estaciones, puertos, terminales de buses y hoteles, la información y símbolos usados serian iguales, el tipo de corriente igual y el internet de libre acceso, formando parte de una cultura global que respete en cada región sus usos, tradiciones, costumbres, vestidos, comidas, bebidas, espectáculos y lenguas locales, y los disfrute; más una educación básica mixta y bilingüe (el esperanto y la propia) para formar ciudadanos del mundo, que incluya geografía, historia, sociología, biología, economía, filosofía, matemática, artes, biofilia, deportes y educación cívica; y ciencias y no más postmentiras.
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